Un nuevo estudio publicado por la revista Science Advances compara el equilibrio entre la complejidad, la densidad –la cantidad de información codificada en un segundo– y la velocidad –número de sílabas que se puede pronunciar por segundo– de varias lenguas para ver el tiempo que tardan en transmitir la misma información. La investigación pretende explicar por qué un mismo texto traducido a varios idiomas y, por tanto, con diferente longitud, se transmitía al mismo ritmo de forma oral en las distintas lenguas.
El estudio, que Fran Sánchez Becerril recoge en el periódico El Confidencial bajo el título ¿Por qué algunos idiomas se hablan más rápido que otros?, se centró en el análisis de diecisiete lenguas euroasiáticas –entre las que se encontraban el español, el italiano, el japonés y el mandarín.
¿Cómo se ha realizado el proceso?
En primer lugar, midieron la complejidad y la velocidad de estos idiomas. Para ello, estudiaron la facilidad con la que los hablantes se es capaz de adivinar las sílabas a partir de las anteriores y, a continuación, se centraron en comprobar la velocidad en la que cada uno de los idiomas transmite la misma información. Así pues, grabaron a 170 hablantes nativos de cada lengua leyendo en voz alta 15 textos.
Los investigadores descubrieron que hay un rango óptimo de velocidades en el que el cerebro procesa mejor la información y los datos. Es por ello que, en los idiomas sencillos, los hablantes hablan más rápido para que las conversaciones sean más breves, mientras que aquellos de los más complejos, alargan las conversaciones con oraciones más elaboradas articulando las sílabas. No obstante, los autores del estudio concluyeron afirmando que, en ambos casos, el ritmo al que se transmite la información es el mismo.
¿Cuáles son los idiomas más rápidos?
Además, gracias a este estudio ha sido posible ver cuáles son los idiomas que más rápido se hablan y cuáles los más lentos:
El español y el japonés resultaron ser los idiomas más rápidos. Dado que en español una sílaba transporta poca información con respecto a la frase que la contiene, es necesario pronunciar una gran concentración de sílabas en un período de tiempo corto. Por su parte, el japonés tiene la densidad más baja de todos y una elevada tasa silábica.
En el otro extremo, se encuentra el mandarín. La alta densidad informativa junto a un ritmo silábico bajo convierten a este idioma en el más lento de todos los comprendidos en el estudio.
El inglés se encuentra en una posición intermedia dentro de la lista. Presenta una velocidad de 0,7 sílabas, pero tiene una densidad de información muy elevada; por lo que se le considera de velocidad media.
Es un hecho que cada idioma tiene sus peculiaridades –alfabeto, pronunciación, polisemias…– que pueden hacer variar la forma en la que transmitan la información. Desde nuestra experiencia en el terreno de la consultoría de idiomas, consideramos esencial conocer las lenguas en todas sus dimensiones –escrito, hablado, paralenguaje, etc.– para comprender todas las connotaciones que van implícitas dentro de la información que se quiere transmitir, pues lo más importante a la de comunicarse, no es solo la velocidad, sino que se realice de manera eficaz.